Entre las 6 comunidades del Camino Neocatecumenal que tenemos en la parroquia La Consolación deben haber alrededor de 140 hermanos. Estábamos invitados todos a participar esta noche en el Vía Lucis que se celebró por las calles de la parroquia y ¿quieren saber cuantos estuvimos presentes? No más de 10. Triste, ¿no?
Lo más vergonzoso fue cuando, al finalizar, el párroco preguntó donde estábamos los catecúmenos para que realizáramos la danza (que se hace al final de las eucaristías) en el atrio de la iglesia alrededor del cirio pascual. Solo se escuchó el sonido de los grillos y saltamontes como respuesta. De los pocos hermanos que habíamos al comenzar el Vía Lucis, alrededor de la mitad se retiraron a mitad de la actividad y con los tres o cuatro que quedábamos obviamente no se podría entonar ningún canto y mucho menos danzar con la dignidad requerida. Tuvimos que conformarnos con las cancioncillas (muy bonitas todas) de los demás movimientos que hacen vida en la parroquia.
Apartando a los hermanos de la segunda comunidad (que hacían la convivencia del paso de la Iniciación a la Oración) y del equipo de catequistas de la primera comunidad que los acompañaba; ¿donde estaban todos los demás? ¿Se les olvidó que teníamos esta actividad, que estábamos llamados a acompañar a nuestro párroco en esto? ¿Les dio flojera venir? Nada, simplemente somos una partida de desobedientes. Eso es todo.
Me perdonarán los hermanos que tenían razones valederas para no hacer acto de presencia la noche de hoy. Y también los lectores de este blog que no tienen porque aguantarse mis rabietas. Simplemente me pareció que al hacer público este tipo de cosas quizá el maligno quede en evidencia y tenga que huir, dejándonos vivir el resto del tiempo de Pascua resucitados con Nuestro Señor Jesucristo.