Para nadie es un secreto lo mal que la estamos pasando los venezolanos y como, desde ya hace algunos años, muchos jóvenes y hasta familias enteras han comenzado a huir de esta tierra de gracia buscando mejores oportunidades en otras regiones.
Ver a los vecinos, compañeros de trabajo y a los amiguitos de los niños despedirse ha sido difícil, pero si a esto le sumamos que ahora hasta los hermanos de comunidad se van para no volver, la cosa se pone color de hormiga de verdad, verdad.
Yo siempre pensé que si alguien se iba a ir de la comunidad en busca de un mejor futuro fuera de Venezuela ese sería yo. Dios – valiéndose de ciertas circunstancias – no lo ha querido así y ahora me toca ver como dos hermanas de mi comunidad se marchan; una para España y la otra a vivir con un hijo en los Estados Unidos. Hay otros que ya tienen su plan B listo (lease residencia permanente en México, por ejemplo) así que no me queda sino preguntarme cuantos quedaremos (si es que me puedo incluir en este lote) para terminar el Camino.
En fin, así estamos. Tiempos difíciles acompañados aquí y allá de crisis de fe. Que Dios se apiade de nosotros.
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a a aceptar los males?
Job 1, 21